Un año de blog no es como un año humano. Representa, más bien, un tiempo de maduración ligeramente comprimido durante el cual lo que una vez creaste emprende un viaje hacia una autonomía del todo inevitable. Cojamos la tabla de equivalencias: si Museo, Go Green! fuera un perro tendría 16 años. Es mucho más coherente así.
Hace un año decidí empezar a hablar de cosas en voz alta, convencida de que mis inquietudes interesarían al menos a unos pocos. Doce meses después, en lo que podría haber sido el embarazo de una ballena, me atrevo a decir que somos muchos los que, superando el inevitable deseo de trascendencia que supone dejar tu huella en internet, nos hemos propuesto cambiar las cosas desde dentro o desde fuera, buscando soluciones alternativas a problemas que se resisten ante la ineficacia de los viejos modelos institucionales.
Durante un año hemos llamado a la participación y, sin ni siquiera pretenderlo, hemos comprobado el carácter colectivo de nuestras exigencias individuales, la inmadurez de las prácticas sostenibles en España y la necesidad de un cambio que, en lo formal, sigue sin llegar. Hemos compartido #ProyectoNoTocar y debatido en el Museo Nacional de Antropología, hemos intercambiado experiencias y explorado las múltiples posibilidades de los materiales que sí son capaces de alzar la voz por los árboles, hemos definido lo que es trabajar y lo que debería tener otros nombres. A lo largo de estos meses me habéis leído en Twitter, Facebook o la revista Museos.ve y habéis comprobado lo mucho que muevo las manos al hablar –sobre todo cuando tengo fiebre– gracias a la segunda edición de Arte y un café. Amante de la correspondencia, he recibido todo tipo de consultas y propuestas por email y he seguido con pasión todos los debates generados por los posts en LinkedIn con el mismo placer que una novela por entregas. He cultivado, incluso, la esperanza de que a día de hoy alguien me odie, aunque sólo sea un poco.
A estas alturas sabéis que a Museo, Go Green! le gusta criticar, y mucho, pero que en su incesante descontento siempre busca soluciones constructivas que no se limiten a repetir patrones que ya conocemos. Hemos hablado de museos, pero también de eventos, instituciones y prácticas sostenibles; de huertos, de animales, de principios y de personas.
En este año de perro –que no de perros, aunque esto es cuestionable– he cambiado de país, pero me he sentido más cerca que nunca de miles de personas de todo el mundo que se han acercado hasta aquí para recordarme cada día que vale la pena seguir escribiendo y que, en ningún caso, la causa está perdida.
Y ahora es cuando la tercera del plural se convierte en segunda del singular. Gracias, de verdad, por formar parte de Museo, Go Green! Que tú estés leyendo esto es lo único que le da sentido. Tú haces que se cierre el círculo y que se disperse, que se multiplique de maneras inimaginables y que se pervierta. Sin ti, simplemente, nada de esto existiría.
Museo, Go Green! no sería posible sin la persona que me convenció para empezar, que buscó nombres conmigo, que corrige cada texto y trabaja en cada ilustración como si le pagara, a la que leo en voz alta todas y cada una de las líneas que publico –o no–, la misma que en esta y todas las aventuras siempre está en mi equipo. Sonrojaos de romanticismo, la ocasión lo requiere.
Enhorabuena Sara, siempre tan acertada…!
¡Muchas gracias, Rafa!
¡Enhorabuena, y esperamos que sigas hablando en voz bien alta!
¡Mil gracias, Daniel!
¡Feliz primer aniversario blogger Sara! Muchos ánimos para continuar siendo toda un referente :)
¡Gracias, Marc!
Enhorabuena por este primer año que, espero, sólo sea el primero en tu andadura «bloggística». Y enhorabuena también por un trabajo y muchas reivindicaciones que no son solamente tuyas aunque seas tú quien les da voz. Gracias. Yo aquí seguiré, siguiéndote.
¡Muchas gracias, Sweetmariquilla! ^^