¿Las visitas guiadas matan la creatividad?

Hace un par de meses comentaba con una amiga mi interés por los departamentos de educación de los museos y el papel de estos como plataforma de difusión de valores.  Me proponía argumentar mi inclinación por dejar a un lado mi actividad como coordinadora de exposiciones para centrarme en la creación de experiencias participativas para involucrar a la comunidad en la vida del museo cuando mi amiga me dejó sin palabras diciendo: pero en España didáctica significa, básicamente, hacer visitas guiadas.

Mi amiga tenía toda la razón. Pese a que algunos museos cuentan con propuestas educativas muy interesantes, lo cierto es que muchos centros españoles siguen estancados en el binomio visita + taller. Mi pregunta es: ¿debemos conformarnos con eso o deberíamos exigir algo más?

El otro día presencié una visita guiada terrible. El guía –que no educador– decía cosas bastante banales y reprobables, no aportaba ningún enfoque crítico y, lo que es peor, hablaba sin esperar ningún feedback de su audiencia. Ni siquiera hacía preguntas del tipo “¿Sabéis qué es esto?”. Soy una persona educada y respeto inmensamente a la gente que hace su trabajo, especialmente cuando este consiste en hablar en público, pero aquello me pareció tremendamente triste. Triste no por el chico, que parecía muy simpático y con suerte había sido subcontratado a través de una empresa de servicios culturales, sino por el gran error que estaba cometiendo la institución al delegar la importante tarea de comunicarse, en su propio espacio y con su propio lenguaje, con sus visitantes. En España la gran mayoría de los museos no posee un control directo e integral sobre sus programas educativos, ya que estos son puestos en práctica por empresas contratadas que a su vez contratan al personal que, en última instancia, interpretará el rol de embajador de la institución a ojos del público. Esta pérdida de control sobre sus propios contenidos es, en mi opinión, una de las principales debilidades de los museos de este país.

Una visita guiada al uso es un acto de transmisión de conocimiento vertical, como ir a clase pero andando y más fresquito. Una visita guiada no puede sintetizar el papel del museo en la sociedad contemporánea, ni mediar entre este y la comunidad. De entrada, e igual mucha gente no está de acuerdo conmigo, una buena exposición no debería necesitar la explicación de nadie, o al menos no en esos términos. Una buena exposición es la que te guía por el contenido y no al revés.

En respuesta a todo esto se me ha ocurrido una solución que seguro que se practica en muchos museos. La llamaré “la perfecta visita guiada”.

La perfecta visita guiada no cuenta lo que ya pone en los textos de sala ni lee en voz alta los datos de las cartelas, tampoco explica las motivaciones del artista ni “descubre”, con esa mentalidad colonial que tanto impera en el terreno de la historia del arte, los entresijos que el ciudadano de a pie desconoce pero que el museo se encarga de custodiar y desvelar en pequeñas dosis para mantener su estatus de autoridad. La perfecta visita guiada no perpetúa la estructura piramidal que se genera cuando el pueblo entero espera a que se retire la sábana que oculta la escultura en el gran día de su inauguración. La perfecta visita guiada hace preguntas, comparte experiencias y utiliza el museo, y su benévola imagen de neutralidad, para generar tejidos de conocimiento. La perfecta visita guiada no cuenta con guías, sino con mediadores. La perfecta visita guiada no explica, educa. Además, y aquí me dirijo a los guías/educadores, la perfecta visita guiada no exige que te aprendas nada de memoria y te libra del mal trago de aceptar que no siempre sabes la respuesta. La perfecta visita guiada no se basa en saber, sino en pensar.

Las visitas guiadas tal y como son entendidas en la mayor parte de los museos son un reducto de conservadurismo dentro de un espacio abierto a la experimentación de nuevas estrategias didácticas y participativas que no se puede desaprovechar. El modelo que propongo no cuesta más dinero ni requiere más personal y sirve también para las exposiciones más conservadoras, es un modelo performativo con posibilidades infinitas. Puede hacer que la gente se ría, o incluso discuta en voz muy muy alta. Aunque no sé si muchos museos estarán preparados para eso.

22 Respuestas a “¿Las visitas guiadas matan la creatividad?

  1. Muy bien, Sara. Apoyo que el museo sea una institución pensante, lástima que la realidad nos diga que se trata más bien de un espacio para la acumulación de arte.

  2. Interesantísimo post, me quedo con las frases «la perfecta visita guiada no exige que te aprendas nada de memoria y te libra del mal trago de aceptar que no siempre sabes la respuesta. La perfecta visita guiada no se basa en saber, sino en pensar». Me gusta y pienso aplicarlo!

    • ¡Gracias por tu comentario, Mar! Creo que es interesante que todos, en la medida de lo posible, intentemos poner en práctica estrategias participativas. Personalmente, no tengo conocimientos de innovación pedagógica y aún así creo que es sencillo darse cuenta de que sí hay otra manera de hacer las cosas :)

  3. Acertado comentario. Creo que ha llegado el momento en el que, pasados las épocas de grandes presupuestos y exposición espectáculo, los museos deberán encontrar un nuevo camino para mantener sus preciadas estadísticas de visitantes y justificar su propia existencia. Ahora más que nunca, hace falta imaginación y capacidad de gestión.

    Propiciar una visita diferente, atractiva, amena e incluso participativa, que de valor añadido, podría ser el factor diferencial. Una buena e inteligente gestión de los fondos propios del museo, que seguro permitiría ahorrar de otras partidas presupuestarias como; transportes, seguros etc… y facilitaría el invertir en tener un equipo humano formado y comprometido con la institución.

    Así, no solamente sería protagonista el contenido de la exposición, sino la experiencia misma de la visita! Creo que muchos repetiríamos.

    • Gracias, Pedro :) Tal y como comentas, la era de las exposiciones espectáculo ya no tiene mucho sentido, pero ya no porque no hay presupuesto para ellas, sino porque representa un modelo cuantitativo que está muy alejado de los retos actuales de los museos en todo el mundo. Me gusta que menciones el compromiso del personal del museo, porque al fin y al cabo un modelo participativo se fundamenta en eso, en el compromiso del museo y todos los stakeholders, ¡y en compartir responsabilidades y objetivos!

  4. Es cierto, Sara, que el concepto clásico de visita guiada en la cual el guía, al iniciarla, se «comía el cd» con la información sobre la misma y la iba desgranado haciéndola coincidir con las piezas incluidas en las vitrinas, sin casi respirar y sin permitir la participación de la gente que estaba realizando el tour, está en decadencia.

    En decadencia porque el público actual tiene un nivel de formación, y de interés, mayor que hasta ahora, y porque el fin de toda visita es que la gente participe e intentar «picarles» para que, una vez salgan, dejarles el gusanillo para que sigan interesados en lo que han visto y escuchado, y para que investiguen sobre ello.

    Para poder conseguir este objetivo, lo que se ha de intentar es que el guía sea un facilitador de conocimientos que no estén incluidos en los textos, que no sea esclavo de un guión redactado por otra persona, y que cuente con información básica sobre la expo para poder solventar todas las dudas que el público le plantee.

    Sobre lo que dices de que en este país, en la mayoría de los museos, la actividad cultural se centra únicamente en visitas guiadas y talleres, es cierto; pero también se ha de tener en cuenta que suelen tener un presupuesto muy muy reducido que nos les permiten hacer maravillas, por mucho que se impliquen los trabajadores del mismo.

    Obviamente, una solución es la que comenta Pedro: el sacar fondos del propio museo, para poder seguir dentro de la oferta cultural, a un precio más que razonable, no sólo por el ahorro de seguros y transportes, sino por la ventaja del conocimiento que sobre el material el personal del museo tiene.

    Actualmente estoy realizando la visita a un exposición, y mi sistema es hacerles una visita participativa, dándoles pie a que realicen preguntas sobre lo que les digo, o sobre las piezas contenidas en las vitrinas, así como que yo les haga preguntas del tipo ¿saben lo qué es o para qué sirve esto? y, de momento, he de decir que los resultados están siendo muy satisfactorios para ambas partes. Esperemos que siga así…

    Un saludo,

    Saúl.

    • Muchas gracias por tu comentario, Saúl. Es totalmente cierto lo que dices, muchas veces es el presupuesto el que impide que se desarrollen propuestas más interesantes, pero también es verdad que en este país el tema de la educación aún no es una prioridad para la mayoría de museos. Es más difícil que se deje de invertir en departamentos como colecciones, que se consideran el alma de la institución, en cambio aspectos como la comunicación y la educación se suelen considerar algo secundario y muchas veces ni siquiera constituyen departamentos en sí mismos.

      Como comentaba hace unas semanas en otro post, esto afecta directamente al terreno de la contratación ya que con frecuencia son empresas subcontratadas las que se encargan de este aspecto. Y ahí es cuando el museo pierde el control y falla en comunicar sus valores. Yo he trabajado con presupuestos muy muy reducidos y he experimentado que las prioridades de cada persona son muy distintas, es decir, es un cuestión de analizar qué cosas son importantes -para mí la educación lo es- y cuáles prescindibles. Se trata de repensar el modelo de gestión y ordenar la escala de valores del museo.

      Me gusta lo que comentas sobre tu manera de hacer visitas guiadas :) Creo que la decisión de adoptar el modelo de «la perfecta visita guiada» no es del guía, sino del museo, y que requiere una reflexión integral. Sin embargo, tal y como planteas tú, todos tenemos cierto margen a la hora de trabajar, y en el caso de los guías que desarrollan visitas más o menos convencionales estos tienen la oportunidad de ir aportando ideas y novedades para involucrar a los visitantes y hacerles participar. ¡Y ese es un margen de creatividad que no te pueden arrebatar!

  5. Para mí lo peor es que las visitas guiadas las hagan voluntarios. Es decir, me quito el sombrero ante ellos, pero ¿no tiene el museo personal cualificado para desempeñar estas funciones, como bien dices, de embajadores? ¿Por qué ahorran los museos españoles precisamente a la hora de comunicarse con sus visitantes? ¿Acaso hacen las exposiciones para deleite del propio personal del museo, y los visitantes no son más que una suerte de daños colaterales?

    • Eso es a precisamente a lo que me refería en el anterior comentario. El hecho de que se encomiende esa tarea a los voluntarios es porque se considera un aspecto menor, y como tal, es susceptible de carecer de presupuesto y personal. En los países anglosajones, por ejemplo, el papel de los voluntarios es crucial para el funcionamiento del museo. El voluntariado funciona como soporte y como una herramienta inclusiva para involucrar a la comunidad, pero no sustituye al personal cualificado. Además, normalmente se cuenta con voluntarios en todos los departamentos. En España se entiende el voluntariado como una forma de trabajar gratis, y en muchas ocasiones, los propios jóvenes profesionales nos vemos obligados a convertirnos en «voluntarios» para adquirir experiencia en el sector. Y cada vez es más acentuado. Es como en el terreno socio-sanitario, en el que las ONG’s se ven obligadas a suplir servicios que el estado está obligado a ofrecer.

      Si te fijas, los jubilados voluntarios suelen ser los más predispuestos y los que con más pasión se entregan a estas funciones de guía. Para muchas de estas personas su actividad como guías es su motor semanal. No hay que olvidar que acoger voluntarios en tu institución puede ser una manera de transmitir valores de integración, participación y respecto, y en el caso de los jubilados es una forma de aprovechar los recursos humanos de la comunidad y disfrutar de la experiencia de personas que siguen siendo útiles. Sin embargo, me da a mí que no es eso lo que se les pasa por la cabeza a los museos españoles cuando sustituyen empleados por voluntarios. No es más que una muestra más del poco respeto que se tiene por los profesionales de la cultura.

  6. Completamente de acuerdo con todos vosotros. Bajo mi punto de vista, es cierto que, en cierta medida, las visitas guiadas matan la creatividad personal. Pero yo creo que viene motivado principalmente por la falta de formación que se ofrece a las personas (ya sean voluntarias, externas o personal del museo) que van a dedicarse a hacer las visitas guiadas.

    Parece que se sigue pensando que, por el mero hecho de tener una licenciatura universitaria, se es capaz de saber transmitir conocimientos, cuando en esto interviene mucho más las habilidades comunicativas y de interacción personal que el propio conocimiento sobre la temática de la exposición. Ojo, no estoy diciendo que el guía no haya de saberse la exposición, de la que indudablemente ha de mostrar cierto conocimiento y dominio, pero en muchas ocasiones es más necesario saber interactuar con un grupo que el conocimiento técnico en sí mismo.

    Hace algunos años que ya no he realizado visitas guiadas, pero en una época en la que, como voluntario, realizaba visitas a exposiciones en un centro cultural con cierta asiduidad, la formación brillaba por su ausencia. La única formación que recibíamos era una visita guiada por el comisario de la exposición, un breve dossier sobre la exposición, y el catálogo de la misma por si queríamos ampliar. Con el tiempo, me he dado cuenta cada vez más que eso no era lo que necesitábamos y que, al final, no dejábamos de repetir un discurso, aunque lo adaptásemos a los diferentes públicos y tratáramos de aportar algo nuevo en cada visita… ¡menudos tiempos! jajajaja

    Como alguien ha dicho, se trata mucho de la motivación personal, pero creo que el componente formativo es muy importante también. Aún hay ausencia de programas formativos para guía. Yo mismo ofrecí en una ocasión formación para futuros guías turísticos y, con apenas algunas ideas y técnicas, el resultado fue increíble.

    Al final, no hemos de olvidar que el éxito de la visita a un museo se basa en la experiencia que el visitante recibe y, en ese sentido, hemos de ser conscientes de la necesidad de incrementar el consumo experiencial de los museos. Si la única experiencia que un visitante se lleva de una exposición o museo es la de un guía aburrido que ha soltado un rollo de fechas y datos, mal asunto.

    Por cierto, y para acabar mi larga argumentación, aún recuerdo cómo en mis primeras clases de Historia en la facultad, algún profesor dijo «no os preocupéis en memorizar fechas, se pueden consultar en cualquier libro y no son importantes, lo más importante es comprender los fenómenos históricos». Esa frase se me grabó a fuego en la mente y siempre he tratado de aplicarlo en todo. En las visitas guiadas también: no es tan importante conocer fechas y nombres como comprender los fenómenos que dan lugar a lo que se trata en la exposición.

    Pepe

    Una pequeña reflexión que hice sobre visitas guiadas: http://gestionarcultura.blogspot.com.es/2009/10/visitas-guiadas.html

    • Gracias, Pepe, por tu comentario y por el link a tu blog, he leído el post y estoy muy de acuerdo contigo. De hecho, lo que dices sobre la importancia de las habilidades por encima de la licenciatura es una de las claves de este y otros temas relacionados con la cultura -aunque se podría aplicar a cualquier sector-. Es como el eterno concepto de «trabajo de lo mío». No creo, sinceramente que «lo mío», ni lo de nadie, dependa de la carrera o el máster que he estudiado, sino de una serie de habilidades que son, al fin y al cabo, las que me definen y me convierten en alguien más o menos válida según para que actividad. Que alguien haya estudiado turismo no significa que sepa guiar a las masas, ni un licenciado en psicología tiene por qué que ser empático, ni alguien con cuarenta másters de escritura creativa tiene por qué escribir bien. En España todo es muy restrictivo y no se permite una pizca de creatividad a lo largo de la carrera profesional, lo que implica que la gente tenga mucho miedo a cambiar de rumbo según sus intereses.

      Esto hace, también, que a la hora de contratar a un guía no se tengan en cuenta sus habilidades para hablar en público, ni su capacidad de abstracción, ni la manera en la que puede involucrar a los visitantes, ni su gracia -los guías sosos son el horror :D-, ni los recursos y el bagaje -de lo más diverso- que puede aplicar a su trabajo. Al fin y al cabo el guía tiene que saber comunicar para conducir el show, ¡lo que es muchísimo más importante que el hecho de que se licenciara en lo que sea en el año 2004!

      El problema es que todos estos requisitos, fundamentales para una visita guiada convencional, no se suelen cumplir, con lo que alcanzar «la perfecta visita guiada» se hace aún más difícil :)

  7. Es verdad que hay guías, que parece que le dan al PLAY y da igual lo que estén enseñando, contando o el tipo de grupo que dan ganas de darle 5€ para que se calle y se vaya.
    Sin embargo, lo siento pero hay cosas en lo que no estoy de acuerdo. Ya estoy cansada de oir siempre que la culpa es de la empresas subcontratadas. Como en todo hay empresas que hacen muy bien su trabajo y empresas que lo hacen rematadamente mal. El problema, es la profesionalidad de la empresa y de los trabajadores. Es una lucha que los profesionales de la educación en museos estamos haciendo y que va muy despacio. En muchos museos, instituciones todavía piensan que una visita guiada la puede hacer cualquiera y no es verdad. Además del contenido hay que tener otro tipo de habilidades (saber estar y hablar en público, por ejemplo) y conocer muy bien el público al que te vas a dirigir.
    Por otro lado, la subcontratación es una cuestión cultural y lo veo todos los días. En el País Vasco, que es donde yo trabajo, es algo muy habitual y funciona muy bien. Yo formo parte de una empresa de este tipo. Normalmente somos empresas tipo micropyme-pymes especializadas en el servicio que ofrecemos. La actividad didáctica perfecta no existe, gracias a Dios o a quien corresponda, porque eso nos motiva a estar al día y a estrujarnos el cerebro para ver cómo podemos mejorar nuestro servicio.
    Llevo mucho tiempo esto y un consejo, además de hacer el trabajo teórico (todas las visitas, talleres…) en papel funcionan fenomenal, hay que bajar al ruedo, es decir, hay que enfrentarse al grupo.
    Por otro lado, muchas veces me tengo que enfrentar a ese tipo de comentarios sobre la subcontratación y me surje la misma pregunta: ¿Qué diferencia hay entre subcontratar la limpieza o la seguridad del museo o subcontratar el servicio educativo o el de catalogación, si todos/as somos profesionales en lo nuestro?

    • ¡Gracias por tu comentario, Miren! Empezaré diciéndote que entiendo perfectamente lo que comentas y que, obviamente, no me refiero a una verdad universal sino a una tendencia que, desgraciadamente, se cumple en muchas instituciones. Te cuento mi experiencia:

      Conozco el terreno de la subcontratación desde ambos lados: he trabajado para una de las malas y he contratado a una de las buenas. Cuando, como coordinadora de un proyecto, tuve que contar con una empresa de servicios culturales para cubrir las funciones de vigilancia de salas y visitas guiadas, quise elegir a la mejor. Muy conscientemente, no seleccioné la oferta más económica, sino que me decanté por la más profesional, la que más pagaba a sus trabajadores y la que presentaba un proyecto educativo más completo. Elegí a una de las buenas. Está claro que hay muchas pequeñas empresas de gestión cultural, como la vuestra, que se esfuerzan por ser competitivas por su calidad y no por sus bajos precios. Mi experiencia contratando a una de estas empresas fue la de trabajar con personas comprometidas más allá de sus funciones con una garantía constante de calidad. Sin embargo, durante los últimos años muchas instituciones han ido desvinculándose de este tipo de empresas privilegiando, cada vez más, la oferta más barata. He visto caer en concursos a demasiadas pymes de servicios culturales en favor de grandes empresas de servicios -a secas-, de azafatas o incluso de limpieza.

      Independientemente de que me guste defender un modelo de museo que planifique todas sus áreas de actividad de manera integral, me gustaría pensar que la externalización es una buena oportunidad para introducir aire fresco e innovar en determinados aspectos que muchas veces la institución no puede dinamizar. Desgraciadamente, en la gran mayoría de los casos no es más que una manera de ahorrar y desentenderse de un área del museo (muchas veces ninguneada) de vital importancia. En un país en el que siempre se ha premiado la cantidad sobre la calidad este es un tema complicado.

      Si ojeas un poco el blog verás que soy una persona poco dada a la negatividad, que busca siempre soluciones constructivas reivindicando la viabilidad de cambiar las cosas. Por esto mismo me gusta conocer experiencias como la tuya, que deberían ser suficientemente numerosas como para transgredir una norma que alimenta la precariedad endémica del sector.

      Gracias de nuevo por compartir tu opinión :)

      • Hola, sí tienes toda la razón. En estos momentos, sobre todo, prima la cantidad. Sinceramente creo que las propias instituciones se están beneficiando de la crisis para bajar los precios. De hecho, me he encontrado con algún concurso en que el que la propuesta económica supone el 70%, frente al 20% del proyecto y en el mejor de los casos, un 10% de personal. Así es muy difícil no ya que las personas se impliquen, sino su permanencia en el proyecto.
        Por un lado se piden cada vez más cosas, con menos presupuesto y luego ves que cuando quieren, hay dinero.
        Pero bueno, es la época que nos toca vivir y frente a eso creo, que de positivo tiene que hemos superado las desconfianzas frente a «nuestros competidores» y como decía apoyo el trabajo en red porque nos enriquece a todos.
        Por último, gracias al blog, porque nos permite ponernos en contacto y trabajar, discutir, reflexionar sobre un tema tan maltratado como es la educación en los museos o instituciones culturales.
        Un saludo

  8. Perdón se me olvidaba, en uno de los museos en los que estoy llevando actualmente las visitas guiadas está nominado al Premio al Mejor Museo Europeo de 2013. Y uno de los aspectos a valorar es la atención al público y el desarrollo de las actividades didácticas.
    Creo que esto es significativo. Ya que estamos dos empresas llevando el servicio de visitas guiadas, talleres…

  9. Há anos fiz uma visita ao Castelo de Guimarães. Visita paga e bem.Um Guia acompanhava a multidão que se foi juntando em muito tempo de espera e ele falava não sei o quê. Eu e os meus familiares nada víamos nem ouvíamos. Somos de estatura média. Isto, apenas para falar da triste conclusão a que chegámos: dinheiro, sempre o dinheiro. Assim sendo, prefiro realmente fazer as minhas visitas sem Guia e com espaço de visão. Dúvidas ficam, certamente, que posteriormente resolvo, ou não. Hoje não sei como funciona, pois nunca mais lá voltei.

    • Gracias por tu comentario, Ivone. Entiendo tu frustración, una visita guiada mal resuelta suele dar una muy mala imagen de la institución y consigue que el visitante acabe sintiéndose defraudado o, incluso, timado. Muchas veces se trata de un error de planificación más que del propio desarrollo de la visita: motivar e involucrar a todos los miembros del grupo es una tarea difícil, ¡pero imprescindible!

  10. Mucho que decir de la institucionalidad de los museos, pero me parece excelente tu postura, en realidad, es como el ideal de los museos, y la forma de perpetuar en el visitante lo que se plantean desde la museología y la museografía.

Deja un comentario